Hola!
Esta mañana te saludé al despertarte
con un alegre trino de aves,
luego, te abracé en silencio, quedamente
con el amor que por ti siento;
tú despertaste afanoso, y saliste indiferente...
Al llegar el medio día quise departir contigo
y dispuse una mesa con todo mi cariño,
puse en ella flores, puse pan y vino,
luego te esperé paciente, como se espera al amigo;
tú llegaste impaciente y te marchaste de improviso...
Por la tarde de nuevo, me acerque a ti, fortuito
y te envolví en las risas de tus pequeñitos,
te acaricié con el aroma tibio del hogar;
y pensé que por fin podríamos platicar...
pero tú malhumorado, solo querías descansar.
Ya en la avanzada noche, viéndote dormir
me acerco hasta tu lecho y entro en tu sueño:
Hijo mío, si supieras cuánto me necesitas,
cuánto anhelo guiarte, pero no lo solicitas!...
Nos vemos mañana de nuevo y espero encontrarte
realmente despierto.
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